"Cuando todos piensan lo mismo, es que nadie piensa mucho", Walter Lippmann

La colaboración y los conflictos no son adversarios, sino aliados. Por tanto, vamos a dejar a un lado la idea de que los equipos que más rinden están integrados por personas que siempre sonríen y que siempre se llevan bien. 

El trabajo en equipo debe estar mal organizado, y ser un buen gestor no consiste en crear un entorno de trabajo de falsa felicidad en el que te preocupe más mantener la paz que hacer bien el trabajo.

Piensa en la rivalidad entre los departamentos de ventas y marketing, o bien en la competencia entre los representantes de ventas más productivos. Esa tensión sana alimenta el éxito. 

¿Pero qué hay que hacer para que un conflicto siga siendo productivo? ¿Cómo debes gestionar conflictos en el trabajo? Tienes que tener la capacidad de reconocer cuándo una tensión sana presenta el riesgo de volverse perjudicial, e intervenir para evitar que la situación cree un lugar de trabajo tóxico

Si un miembro de tu equipo no se entiende con algún compañero de otro equipo o departamento, ¿qué puedes hacer para ayudarlos a comunicarse? ¿Y cómo puedes crear un entorno de trabajo en el que los conflictos impulsen el progreso y los logros? 

Recurre a la sabiduría atemporal de uno de los líderes más importantes de la historia, Marcus Aurelius, y aprende a gestionar conflictos en el trabajo.

¿Quién es Marco Aurelio?

Quizá Marco Aurelio sea uno de los gobernadores más destacados de la historia, ampliamente considerado como la encarnación del líder ideal. Aurelius, a quien posiblemente conozcas como el antiguo sabio emperador romano por la película Gladiator, gobernó desde el año 161 hasta el año 180 A.D.

Habituado al conflicto, Aurelius pasó los últimos años de su mandato luchando contra la creciente amenaza de las tribus germánicas. También hizo frente a su convicción personal de que su único hijo, Commodus, no era un digno sucesor.

Durante este tiempo escribió su obra Meditaciones. Actualmente, se considera como una de las obras más importantes jamás escritas de filosofía, en la que se recopilan los pensamientos y las reflexiones personales de Aurelio sobre la filosofía estoica. 

El estoicismo se centra en aceptar lo que se escapa de tu control y dominar tus emociones. Los estoicos responden al conflicto con la razón y la lógica, y no con arrebatos emocionales. Ganar la batalla no sirve de nada; lo que realmente importa es la virtud y el carácter. 

Pero no es fácil vencer a los estoicos. No consiste en dejar que los demás te digan lo que quieran o comenten lo que deseen sobre ti, porque al final eso no es lo que realmente importa. Se trata de reconocer lo que realmente importa y lo que no, a fin de no permitir que los problemas transitorios te distraigan de hacer tu mejor trabajo y de dar lo mejor de ti.

El egocentrismo, la política, el decoro de la oficina y el "como hacemos las cosas en esta empresa" son aspectos que los estoicos tratan de ignorar.

Un enfoque estoico para gestionar conflictos en el trabajo

¿Cómo puedes aplicar un consejo de hace 2.000 años a un entorno de trabajo moderno?

A muchos gestores les cuesta abordar los conflictos, o incluso tratan de evitarlos a toda costa. De hecho, el 85% de los ejecutivos tienen inquietudes sobre su empresa que les da miedo plantear por el conflicto que se generaría.

Pero el conflicto es una parte inevitable del lugar de trabajo. Aurelio ofrece en su obra Meditaciones sabios consejos para que los gestores de hoy en día sigan estrategias en las que el conflicto impulse el éxito.

El conflicto es inevitable

El conflicto no siempre surge porque las personas sean difíciles, aunque algunas veces sí. El egocentrismo, las malas actitudes y la política de oficina son habituales en la vida corporativa. Guste o no, hay personas que te complican la vida por el mero hecho de que solo les preocupa que la suya sea más fácil.

Una buena forma de empezar a gestionar conflictos en el trabajo es comenzar el día pensando que tendrás algún tropiezo y, así, no te disgustarás tanto cuando lo tengas. Anticípate al hecho de que otros cuestionarán tus decisiones, desperdiciarán tu tiempo y se aprovecharán de tu disposición a ayudar.

Si esperas este comportamiento, puedes prepararte mentalmente, saber cómo evitar involucrarte en tareas y discusiones que suponen una pérdida de tiempo y justificar tus decisiones cuando las cuestionen. Y, si las cosas salen mejor de lo esperado, te llevarás una grata sorpresa.

Esto también pasará

Uno de los principios básicos de la filosofía de Aurelio es que, en el gran conjunto de circunstancias, nada es para siempre. Por citar a un filósofo muy diferente, "La vida pasa demasiado rápido". 

Con esto no se pretende desmoralizar, sino, todo lo contrario, liberar. ¿Por qué malgastar un valioso tiempo y energías en enfadarse por cosas que realmente no importan?

El hecho de que el jefe de marketing critique la idea de tu campaña no tiene tantísima importancia, aunque te parezca tremendo en el momento. Una buena dosis de perspectiva puede evitar que te preocupes por problemas que no harán más que distraerte de lo que realmente importa.

Agonizar sobre un conflicto solo sirve para empeorarlo

Enfadarse solo sirve para que una situación mala empeore. Enojarte porque alguien te ha hablado con menosprecio durante una reunión no te ayuda, sino que solo te inquieta más.

Y no es solo eso, sino que además alarga la situación. Lo que debería haber sido algo sin importancia, de repente se convierte en una fijación, ya que recreas el momento una y otra vez. De repente te das cuenta de que no has avanzado absolutamente nada en tu trabajo porque estás demasiado ocupado dándole vueltas... o, peor aún, quejándote.

A la única persona a la que perjudica tu ira es a ti.

¿De quién es la opinión que realmente importa?

¿A quién le preocupa si Sara, la de diseño, piensa que tu presentación de PowerPoint parece de 1986?¿Y qué importa si Pablo, el de marketing de resultados, dice que tus ideas son malísimas?  ¿Por qué te importa que Laura, de marketing de contenido, siga borrando tus ediciones de textos?

Al final del día, respondes solo ante muy pocas personas. ¿Por qué importa lo que opina el resto? En lugar de dejar que te saquen de quicio, deposita tu confianza en el hecho de que las personas cuyas opiniones realmente te importan, la de los tuyos y la de los responsables de tu equipo, confían en tu rendimiento.

Criticar no es lo mismo que entrar en conflicto

Gestionar conflictos en el trabajo también empieza por no crear un conflicto de una crítica. Nadie es perfecto ni tampoco todo el mundo hace un trabajo perfecto. Realizar una autorreflexión honesta es fundamental para mejorar, por lo que debes agradecer que todas las personas te den su opinión.

Si alguien señala algún error en tu trabajo o en tu forma de pensar, no lo consideres automáticamente como un ataque. No es necesario que des demasiadas vueltas a tus carencias ni que te sientas inseguro por ellas; aprovecha la oportunidad para reconocerlas y hacer algo al respecto. Considera las críticas como algo constructivo.

Los conflictos surgen cuando las personas se preocupan

¿Te gustaría tener mejor un grupo de personas apáticas que digan a todo? ¿O es mejor contar con un equipo de personas que defienden con pasión aquello en lo que realmente creen?

Trabajar bien en equipo conlleva instar a los demás a que identifiquen pensamientos y procesos equivocados. Sin embargo, no todo el mundo estará de acuerdo sobre cuáles son los errores.

Se supone que entrarás en conflicto con determinados equipos, porque cada uno de vosotros defenderá posturas distintas.

El departamento financiero respaldará la solución más económica, mientras que el de marketing abogará por la más eficaz. Ambas consideraciones son válidas, ya que la rentabilidad es tan importante como la optimización.

Otras personas no discreparán contigo por el hecho de que no les caigas bien, porque sean polémicas o porque están totalmente equivocadas; sencillamente están haciendo su trabajo.

Lo mejor que puedes hacer por tu equipo es solucionar de inmediato las tensiones subyacentes. Normalízalas y exponlas, para que puedan prever puntos de vista controvertidos y saber de dónde provienen.

La próxima vez que asistas a una reunión, comenta a tu equipo: "Espero que Lucas abogue por la solución más rápida, a pesar de los gastos, porque cumplir el plazo es una de sus máximas prioridades". Recuerda al equipo que todos estáis tratando de encontrar la mejor solución.

El conflicto puede impulsar la innovación

Si tienes algún conflicto con alguien y se está convirtiendo realmente en un obstáculo o te impide lograr tus objetivos, busca otra forma de conseguirlos. Considera la situación como una oportunidad para solucionar problemas de forma creativa. Adáptate.

Descarga la lista completa de citas y consejos para encontrar inspiración cuando surjan los roces en tu equipo.

Promover el conflicto productivo

Tu liderazgo es el punto de partida para ayudar a tu equipo a gestionar conflictos en el trabajo. Tu equipo necesita saber que estás ahí para escucharlos cuando surja algún conflicto y para ayudar a solucionarlo. No es algo que deban guardarse para ellos ni por lo que deban preocuparse en silencio.

Para empezar a gestionar conflictos en el trabajo de forma eficaz, no protejas a tu equipo de ellos ni de las desavenencias. Sé transparente en relación con las conversaciones y los debates que tienen lugar a nivel ejecutivo, sobre todo en relación a las decisiones que les competen. No tienes que airear trapos sucios, simplemente explicar de qué forma se han tenido en cuenta las diferentes perspectivas en la nueva decisión.

En el trabajo en equipo diario, fomenta las opiniones diferentes y anima a participar a quienes cuestionan las ideas. Demuestra a tu equipo que por discrepar no se va a pensar que trabajan mal en equipo o que se trata de personas polémicas.

En lugar dar gritos y señalar con el dedo, fomenta un tipo de conflicto que mejore el razonamiento y los resultados.

Fuentes: RyanHoliday.net, Harvard Business Review, 99u.com, daringtolivefully.com, wikipedia.org, philosophybasics.com y TED Blog